Jesu: La dulce voz de los inventos




Cansado. ¡Sí! Cansado de usar un solo bazo, dos labios, veinte dedos, no sé cuántas palabras, no sé cuantos recuerdos, grisáceos, fragmentarios. Cansado, muy cansadode este frío esqueleto, tan púdico, tan casto, que cuando se desnudeno sabrá si es el mismoque usé mientras vivía. Cansado. ¡Sí! Cansado por carecer de antenas, de un ojo en cada omóplato y de una cola autentica, alegre desatada, y no este rabo hipócrita, degenerado, enano. Cansado, sobre todo, de estar siempre conmigo, de hallarme cada día, cuando termina el sueño, allí, donde me encuentre, con las mismas narices y con las mismas piernas; como si no desearaesperar la rompiente con un cutis de playa, ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia, acariciar la tierra con un vientre de oruga, y vivir, unos meses, adentro de una piedra.


Oliverio Girondo